Es al mismo tiempo el anhelo profundo de vivir en armonía, una armonía que solo es posible en el acto de dar y recibir. Armonía nacida del reconocimiento de unidad, primero en uno mismo, después en las dinámicas con los demás seres. Es a esta actitud a la que llamamos «centro»; estar alineados
con el «centro»; vivir en sintonía con nuestro «centro» no es nada más que la vuelta al eje primordial, la unidad que ya somos, nuestra genuina Esencia.
Ser Profesor en el siglo XXI – Espacio Humano 11
