… XIII
...
Oh! el gran miedo fundamental...
Oh! el gris que me paraliza
y destruye lo que construyo
con tanto esfuerzo...
Al amanecer,
voy a purificarme con el agua sagrada.
Medito y, al unísono,
sus voces me acechan
y... oh! también me protegen.
Con el agua que baña mi cuerpo,
recibo una música que repito una y otra vez,
mientras paseo por todos los rincones.
Respiro el aire fresco en los templos
que se levantan en mi mente y
me doy al reposo y la quietud.
Al amanecer asisto al despertar de Shakti
y todo resplandece
...vuelven a renacer los cantos
... entran los pájaros
y... todo el universo forma las paredes
y brilla en mis tesoros.
Exhausta de recorrer las estancias
bailando sin parar,
caigo desplomada
y mi cuerpo se abre
dispuesto a recibir el prana divino.
Oh! lo sublime...
Oh! el alimento de la sabiduría y la belleza...
Danzo sin parar
y de mis fuentes emanan las luces y los sonidos,
todo el lugar sagrado es amplio y grande,
los espacios se multiplican
abiertos y libres.
Es entonces,
en ese momento esencial
en el que mi corazón por fin se rinde,
cuando percibo con claridad,
que la soledad y el vacío siguen ahí sentados a mis pies.
Si alguna vez se marcharon,
han vuelto con la intención de quedarse
eternamente.
Me rodean al amanecer
y me aman intensamente en cada crepúsculo.
Mi conciencia es un lugar de culto.
Un espacio sagrado que se levanta sobre
frágiles cimientos.
Un templo en continua restauración y limpieza.